Según la OMS se estima que evitan aproximadamente 3 millones de muertes cada año en el mundo. Las vacunas constituyen uno de los instrumentos más poderosos en la historia de la Salud Pública.
Como consecuencia de la reformulación de la atención sanitaria en el marco de la pandemia de Covid 19 y de las medidas que debieron ser implementadas, se visualiza un alto impacto y la necesidad de mejorar las coberturas de vacunación en la infancia. Por ende, al disminuir la administración de vacunas, aumentan las personas susceptibles de padecer las enfermedades para las que protegen. Pueden aparecer más casos y brotes de enfermedades que estaban controladas hasta ahora como sarampión, rubeola, polio u otras. Es muy importante estar al día con las vacunas incluidas en el Calendario Nacional de Vacunación, tan pronto como sea posible, incluso durante la pandemia de Covid 19, ya que es una parte esencial de la protección de la salud.
Los organismos internacionales como OMS y UNICEF insisten en la necesidad de mantener los programas de vacunación infantil y que se diseñen planes de recuperación de las vacunaciones perdidas. Si bien desde el inicio se ha intentado garantizar la vacunación de los más vulnerables, las coberturas son irregulares. Las recomendaciones oficiales se han ido adaptando a la situación epidemiológica.
La Dra. Stella Binelli, Coordinadora del Área de Pediatría de Emerger, enfatiza: “Los pediatras debemos recordar a los padres que tener el esquema de inmunizaciones completo en los niños es prioritario, como recuperar las vacunas que no hayan sido administradas o vacunarlos con las que les corresponda en este momento. Podemos acompañarlos e indicar la forma de completar los esquemas y asegurar las medidas de protección durante la pandemia. Asimismo, es importante priorizar los grupos de mayor riesgo, como por ej. Las vacunas de los lactantes hasta los 15 meses, embarazadas, niños con enfermedades crónicas, con tratamiento inmunosupresor o convivientes de personas de mayor riesgo. Si el niño presenta alguna condición considerada de riesgo como por ej. Diabetes, enfermedad respiratoria crónica o cardiaca, también debe recibir las vacunas que indique específicamente su pediatra”.
Cabe señalar que no se conocen contraindicaciones médicas para vacunar a personas que han superado la enfermedad por Covid 19. Los niños, luego de una infección aguda por el nuevo coronavirus, al alta del aislamiento, con resolución total de los síntomas y una vez que se encuentren clínicamente bien, podrán seguir con las vacunaciones. Además, vacunarse frente a una enfermedad no debilita el sistema inmune de una persona frente a otra enfermedad. No hay indicios de que ninguna vacuna de calendario aumente o disminuya el riesgo de que el niño se infecte con coronavirus o que afecte a su respuesta frente a la enfermedad. Por otro lado, retrasar la vacunación puede suponer un riesgo grave, al dejar al niño vulnerable frente a varias enfermedades graves que se pueden prevenir.
Es necesario recordar, que la vacunación es un servicio de salud esencial del sistema sanitario, incluso durante la pandemia de Covid 19, para proteger a toda la población frente a las enfermedades inmunoprevenibles. Estas recomendaciones están basadas en la evidencia científica y además en la situación epidemiológica.
Las vacunas son una forma ingeniosa e inocua de inducir una respuesta inmunitaria sin causar enfermedades. Nuestro sistema inmunitario está diseñado para recordar. Tras la administración de una o más dosis de una vacuna contra una enfermedad concreta, quedamos protegidos contra ella, normalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida. Por eso las vacunas son tan eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos enfermemos. Cuando una persona se vacuna contra una enfermedad, su riesgo de infección también se reduce, por lo que es mucho menos probable que transmita el virus o la bacteria a otras personas. Cuantas más personas de una comunidad se vacunen habrá menos personas vulnerables, y de ese modo se reducirán las probabilidades de que una persona infectada transmita el agente patógeno a otros. La reducción de las probabilidades de circulación de un agente patógeno en la comunidad protege de la enfermedad a quienes no se les puede aplicar la vacuna correspondiente (debido a situaciones clínicas tales como alergias o la edad). El término «inmunidad colectiva» (también llamada «inmunidad de grupo») se refiere a la protección indirecta contra una enfermedad infecciosa que se consigue cuando una población se vuelve inmune, ya sea como resultado de la vacunación o de haber presentado la infección con anterioridad. La inmunidad colectiva no implica que las propias personas que no estén vacunadas o que no hayan presentado la infección sean inmunes. Por el contrario, la inmunidad colectiva ocurre cuando las personas que no son inmunes, pero viven en una comunidad en la que la proporción de inmunidad es alta tienen un menor riesgo de contraer una enfermedad en comparación con las personas que no son inmunes y viven en una comunidad en la que la proporción de inmunidad es baja.
La capacidad de producir inmunidad de grupo es una característica importante de las vacunas antipoliomielítica, antirrotavírica, antineumocócica, antimeningocócica, contra Haemophilus influenzae de tipo b y muchas otras que protegen contra enfermedades prevenibles mediante vacunación. Sin embargo, el enfoque de inmunidad colectiva solo funciona para las enfermedades prevenibles mediante vacunación que se propagan de persona a persona. Por ejemplo, las bacterias que trasmiten el tétanos están en el medio ambiente, no en otras personas, por lo tanto, las personas que no están vacunadas no cuentan con protección contra la enfermedad, aun cuando la mayoría de la comunidad se haya vacunado.
En EMERGER afirmamos que las vacunas brindan:
Protección: Las vacunas nos protegen de enfermedades peligrosas. Muchas de ellas son ahora poco frecuentes gracias al mantenimiento de las vacunaciones en toda la población.
Prevención: De enfermedades que pueden causar la muerte a un niño o marcar permanentemente su futuro. Previenen varias formas de cáncer como por ej. Cáncer de cérvix y hepático.
Seguridad: Son medicamentos muy seguros, sometidos a estudios estrictos antes de comercializarse y siendo vigilados después de su comercialización para detectar posibles efectos adversos. Se administran por profesionales sanitarios y los efectos secundarios son leves. La vacunación es inocua y, aunque pueda producir efectos secundarios, como dolor en el brazo o fiebre, suelen ser muy leves y temporales. Si bien no puede descartarse que ocasionen efectos secundarios graves, estos son sumamente raros. Además, los científicos hacen un seguimiento constante de la información procedente de diversas fuentes en busca de indicios de que causen efectos adversos.
Solidaridad: Cuando nos vacunamos nos protegemos a nosotros mismos y a aquellos que no pueden y están más expuestos. De esta manera, creamos una barrera de personas inmunes que impide la circulación de los agentes infecciosos. A algunas personas, por ejemplo, las que padecen enfermedades graves, se les desaconseja vacunarse contra determinadas enfermedades; por lo tanto, la protección de esas personas depende de que los demás nos vacunemos y ayudemos a reducir la propagación de tales enfermedades.
Responsabilidad: Preservar la salud pública es una tarea colectiva. Evitar la emergencia de brotes o epidemias de patologías hasta ahora controladas es labor de todos.
Tener el esquema de inmunizaciones completo es un derecho básico y no hay razones o fundamentos para que un niño enferme o padezca graves secuelas por una enfermedad prevenible mediante vacunación. Así mismo el Calendario Nacional de Inmunizaciones de nuestro país es muy completo y se proporciona de manera gratuita la mayoría de las vacunas necesarias para todos los niños en función de su edad. Las vacunas son tan importantes como la alimentación y el ejercicio físico para mantener una vida saludable.