El verano trae consigo un aumento significativo de consultas vinculadas a golpes de calor, accidentes en rutas, intoxicaciones y distintos cuadros clínicos provocados por la exposición prolongada al sol o por hábitos típicos de la temporada. En este contexto, la prevención, la detección temprana y la acción rápida se vuelven fundamentales para evitar complicaciones y proteger la salud de niños, adultos y personas mayores.
Uno de los cuadros más prevalentes es el golpe de calor, una condición en la que el cuerpo pierde su capacidad de regular la temperatura interna. La deshidratación severa, los mareos, el dolor de cabeza intenso, la piel caliente y seca, el pulso acelerado y la confusión son señales de alarma que requieren atención inmediata. “En verano vemos un incremento claro de casos vinculados al calor. Reconocer los síntomas a tiempo puede evitar consecuencias graves”, explica el Dr. Alberto Davidovich, Director Médico de Emerger. La hidratación constante, el uso de ropa liviana, evitar la exposición solar en horarios críticos y no realizar actividad física intensa entre las 11 y las 17 son medidas clave.
A estas situaciones se suman cada año los accidentes de tránsito, que se intensifican durante las vacaciones por el aumento del flujo vehicular, la fatiga al volante, las rutas saturadas y los viajes prolongados. Las lesiones más frecuentes incluyen traumatismos, fracturas, esguinces, contusiones y, en los casos más severos, politraumatismos. El uso correcto del cinturón de seguridad, respetar las velocidades permitidas, evitar manejar de noche o con cansancio y realizar pausas cada dos horas reduce significativamente los riesgos. “La prevención en rutas empieza antes de salir: el descanso adecuado, la hidratación y la revisión del vehículo son parte del cuidado integral”, destaca Davidovich.
Otro factor común en esta época son las intoxicaciones alimentarias, favorecidas por el calor, las reuniones sociales y la rotura de la cadena de frío. Náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y fiebre son síntomas que requieren evaluación médica, especialmente en niños y adultos mayores. Mantener refrigerados los alimentos, evitar el consumo de productos dudosos y extremar medidas de higiene son acciones esenciales para prevenirlas.
El verano también incrementa los episodios de deshidratación, especialmente en personas mayores, niños y quienes realizan actividades físicas al aire libre. La pérdida excesiva de líquidos genera debilidad, calambres, agotamiento y mareos. Contar con sales de rehidratación oral, ingerir agua de manera regular y evitar bebidas alcohólicas o con cafeína ayuda a sostener una adecuada hidratación.
Ante cualquiera de estas situaciones, la respuesta prehospitalaria es determinante. Los equipos de Emerger trabajan con protocolos actualizados, equipamiento de emergencia y entrenamiento continuo del personal para actuar con rapidez y precisión. Las unidades móviles integran herramientas de evaluación clínica, monitoreo y comunicación en tiempo real con la central operativa, lo que permite acompañar al paciente durante todo el proceso y coordinar derivaciones seguras cuando es necesario.
“La clave en la temporada estival es la prevención: pequeñas acciones cotidianas pueden marcar una gran diferencia. Nuestro compromiso es acompañar a cada persona para que pueda disfrutar del verano de manera segura”, concluye el Dr. Davidovich.